En
los campos de hierba húmeda,
veo
dibujada tu silueta, con claridad,
una
silueta que recuerda al viento,
al
viento que pobló tu niñez.
En
las aguas dóciles del río amigo,
presiento
que te acercas, por mi espalda,
para
compartir el cómico sonido del agua entre las cansadas rocas.
En
el solitario paseo del atardecer me persiguen dos sombras,
una
confiada, siempre presente,
la
tuya tímida, con paso tenue.
En
la tibia cabaña del viejo pastor
olvido
tu presencia hablando con las montañas que me cobijan,
porque
se que cuando baje al valle,
allí
estarás, como siempre, bordando con sonrisas la dulce espera.
Verano 2012
Cuando uno se encuentra solo, o cree que ese es su estado,
siempre nos queda la imaginación para llenar esa zozobra con presencias
deseadas.
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