El sol ilumina a los otros,
la luna es vuestra aliada,
la luz no cura las heridas,
la sombra es amiga obligada.
El grito lo convierten en susurro,
la espuma desaparece con la ola,
el cielo se cierra a vuestro paso,
la estrella se apaga, la nube llora.
Hoy una espiga asoma entre las rocas,
un olor dulce invita a jugar,
un “Si” bien alto reta al “Jamás”,
una vida nueva se acerca al altar.
En el rincón dejáis la armadura,
en el fuego las cenizas suspiran.
Mientras, en el castillo, los muros se derriban.
comprendiendo, por fin, que acompañado de valientes,
la batalla nunca estará perdida.
Verano 1992
Asumir y no ocultar la condición de homosexual hoy en día sigue sin ser sencillo. Hace treinta años, era una heroicidad.
Este poema se inspiró en mi hermano Gonzalo, un auténtico valiente.