La luz que agoniza te mece,
se
enciende la emoción,
la
pasión rebosa,
ella,
él, y su canción.
Sin
respiro o con calma,
con
risa o con llanto,
sin perdón o con alma,
con
crueldad o con encanto.
¡Que
bello es el encuentro¡,
endulzado
de amargura,
el verdugo, rehúye el patio de butacas,
para
que olvides la triste cordura.
El tiempo, lo regalas,
el
mágico sueño se une y se desata,
la
tormenta multiforme está de fiesta,
con
la gloria servida en bandeja de plata.
Otoño 2011
Aunque el envoltorio del cine ha cambiado, el caramelo que
lleva dentro sigue siendo una buena válvula de escape que ayuda a ahuyentar el vértigo producido por vivir en la
realidad.
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