Doce
dólares falsos pisados en la calle mojada,
un
tirano con disfraz seduciendo con su paraguas amarillo,
algún
semáforo confundiendo con su parpadeo continuo,
una
procesión de taxis enfilados con rigor,
dos
caniches hermanados por una correa purpurina,
cuatro
niñas en la cola del autobús escolar,
dos
docenas de verdes manzanas en una bolsa de papel,
un
anciano mira hacia todos los lados sin reconocer nada,
tres
muchachos observan al anciano y no recuerdan quién fue.
Quedan
cinco días para que florezcan los tilos de la avenida,
hay
diez años de espera en los ojos de la chica del viejo café.
No
sufras, chica del vacío y viejo café,
cuarenta
avenidas más allá nos encontraremos,
porque, muchacha del vacío y viejo café,
cuarenta
avenidas más allá, nada será perfecto.
Invierno 2012
Las grandes ciudades siempre me han causado una sensación
ambigua, entre el desamparo y el atropello de sensaciones.
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