jueves, 6 de octubre de 2011

Un viejo

 

Con la calma del árbol centenario,
con las prisas del presidiario,
con la vida barnizada de pecado,
con voz de aguardiente barato,
con el tiempo como verso inacabado,
con lentes mal graduadas,
con andares de inocente lapidado,
con más manías que siempre,
con tres, quizás cuatro dientes,
con nostalgia del último cigarro,
con el placer del aroma del pasado.

A veces, cierra sus párpados plomizos,
soñando una caricia,
la caricia de un horizonte cercano que promete descanso.


Otoño 1993


La vejez es el reflejo distorsionado de la niñez realizado por un espejo cruel en el que todos algún día nos miraremos con asombro, con la sorpresa de que apenas reconoceremos un esbozo de lo que fuimos.

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