miércoles, 20 de julio de 2011

Sin título (I)


Rebelde, fiel sendero, agua del firmamento.
Cobarde, aguacero, temblor del frío invierno.
Niebla espesa, cumbre del suelo, amor tierno.
Camino entretiempos, color de sueños.

Dulzura entre limones, salitre entre las flores.
Llama que no quema, mano que aprieta.
Sonrisa a la deriva, ojos que se encuentran.
Voz que serpentea, andar de ida y vuelta.

Caricia que estremece, música del averno.
Silencio que no duerme, cana que embellece.
Culpa que no entiende, duende entre los duendes.
Cosecha del azar, pétalo a la mar.

Sorpresa del alma, caricia desatada.
Susurro del desasosiego, cantar al destino.
Descanso plácido, recoveco, surco del tiempo.
Seda del silencio, terciopelo de mi llanto.

Invierno 1989


Dejarse llevar por fuerzas ocultas o escondidas debilidades es una oportunidad para sumergirse en la libertad individual.

Los poemas bautizados como “Sin título” son fruto y herencia de estas experiencias interiores con una sola máxima: Lanzarse a escribir intentando que sea un acto lo menos cerebral posible.

Algo así como hacer puenting sentado en el escritorio o gritar a pleno pulmón en absoluto silencio.

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