Perdona
que nunca te escriba,
porque
tu retrato está en mis entrañas,
tus
gestos naturales, en mi quietud forzada,
tus
angustias en mi recámara,
tus
disfrutes, fuertes, en mí anudados,
y tus
dilemas, anexados a mi diario.
Perdona
que nunca te escriba,
porque
tus tiempos son recuerdos de mi infancia,
tus
sueños, espejos donde mirarla,
tus
riñas, recuerdos a distancia,
tus
anhelos, palos de mi baraja,
y
tus tormentas, anuncios de que llega la calma.
Perdona
que nunca te escriba,
porque
tus besos saben a olvidos entre las mantas,
tus
arrugas, fuente de lo que soy y seré,
tus
cicatrices, sendas en mí grabadas,
tus
ilusiones perdidas, mi todo, mi nada,
y tus
huellas, la parte indivisa de mi alma.
Otoño 2012
A mi madre.
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