jueves, 2 de febrero de 2012

París

 
Paseo por tu piel,
acaricio tus encantos,
rostro de mujer,
ir es volver,
saltas al encuentro.

Pulso tranquilo, sosegado,
aire de siempre,
río de historia,
india orgullosa, altiva,
surco en la memoria.

Pie de bailarina,
arma de mentira,
rima que deslumbra,
isla que ata, no separa,
seda ardiente cuando está a oscuras.

Pienso en tu recuerdo,
añoro tus relatos,
rezo con tus labios,
ir es quedarte, enamorado,
soñando, por siempre, en tu regazo.

Otoño 2000


Volviendo en el TGV absolutamente prendado por una de mis visitas a la Ciudad de la Luz y admirando como una adolescente comía lentamente una manzana con una clase parisina, escribí la primera estrofa de este poema.

Como si fuera una premonición observé que las primeras letras de los versos me dijeron lo que sentía, “París”.

Tuve que seguir esa estructura…, estaba escrito.

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